aun con crepúsculos lluviosos
y con la tormenta tejiendo magnos truenos,
en una caminata de incertidumbres y certezas,
tu terrestre humanidad renace,
pues son paralelos los días de niebla y de rocío.
Bajo la luz y el color de tanto cielo,
flota un hemisferio de campanas y amarantos
y tu corazón bañado en matinal fuego
palpita en la luz de tu propia belleza.
Bella, reina luminosa, bella,
resplandeces en el trémulo lunar de luna
y las espigas hacen crocantes panes.
Hermosa, mujer, bella.
Toda tú sostienes los movimientos del sueño
y el nácar de la perla te circunda.
No lo olvides, mujer, nunca olvides,
quiérete, bella, siempre bella.
ALICIA JUANA RAFFIN
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